Aviso Y no hay tu tía!

Si ud se siente ofendido por algo que leyó en este espacio es porque me toma muy en serio, por favor no sea menso!

viernes, 23 de octubre de 2009

Adulto joven


“A los treinta te das cuenta…” desafinaba un pibe desde el escenario y no me acuerdo más, o sea que me perdí de saber qué cosa era de la que había que darse cuenta para el trigésimo aniversario del propio natalicio, ahá y bue… tan importante no sería, o tal vez si, nunca lo sabré.
Sucede que en ese momento yo debía tener 23 años, o algo así y esa sensación… ¿Viste que cuando tenés 15 años te parece que los que tienen 30 son gente grande? Y eso es algo que siempre le sucede a otro, obvio!
Bueno, resultó ser que en algún momento te toca y no hay tu tía! ¡Y yo que no presté atención a cómo seguía el tema…!
“Vos porque no pasaste todavía la barrera de los treinta”, me dijo un día una amiga. ¿Qué barrera? ¿Había que pasar alguna barrera? ¡¡Ayy, no la ví!!
“Bueno, lo que pasa es que si los 30 te agarran ya siendo madre es diferente…”, me dijo otra que obvio, para esa edad todavía no tenía hijos. Y si, diferente, diferente de lo que le pasó a ella, si. Puede que tenga razón con respecto al temita de la presión del bendito “reloj biológico”, porque varias que tienen treinti y no tienen pibes, ojo, dije varias, no todas, siempre hay algunas más vivas, andan por ahí como locas, como si el juicio final fuera mañana!
“Después cumplís 31 y te das cuenta que no pasa nada…” Bueno, si, al menos pasa que estás vivo porque si no, dudo que cumplieras nada.
“Adulto joven, a los 30 se es un adulto joven” sentenció categórica mi terapeuta… tic-tac, tic-tac… lo que sigue es un prolongado silencio, muy psicoanalítico, del que ella habrá sacado algunas conclusiones, yo ninguna.
“A los 30 se te cae el culo”, bueno… o Flavia Palmiero tiene 25 años o al menos ésta no es necesariamente cierta.
“Después de los treinta años cada uno tiene la cara que se merece.”, rezaba un libro que “casualmente” estuve releyendo estos días… ¿Cómo?, ¿no era después de los 50? Claro, no, debe ser después de los treinta no más, porque con tanto avance de la medicina estética, hoy, después de los 50 cada cual tiene la cara que se puede pagar.
“De los veinte a los treinta es la época de hacer las valijas, a los treinta recién empieza el viaje”, al menos una frase alentadora me vino a la memoria! Pertenece a mi maestro de teatro, el gran Agustín Alezzo y a mis días de estudiante.
Lo sorprendente es la cantidad de alegatos acumulados, con respecto a cumplir esta edad. Con ningún otro cumpleaños me pasó.
Habré escuchado alguna boludez de tarjeta de cartón con flores rosa, a cerca del “maravilloso despertar de los 15 años” o alguna que otra mención al tango al cumplir los 20 y “que 20 años no es nada…”, pero fin de la retórica con respecto a las edades que hasta ahora me tocaron cumplir.
Sin embargo pareciera que tener 30 no es joda che. En fin, cumpleaños feliz!

domingo, 11 de octubre de 2009

Lumpenaje


Y continuando con la minuciosa observación del homo sapiens sapiens, especie dominante que adorna las viñas del Señor, se distingue un tipo de ser, capaz de engañar al observador distraído, que se arrastra por los pantanos y se retuerce cual lagartija y que sin embargo es humano. Lo denominaremos lumpen.

Lumpen: “…dos síndromes combinados, carácter parasítico (…) y alienación (…) Puede
provenir o estar vinculado a casi cualquier clase social, puede apoyarse en cualquier combinación de elementos desplazados de cualquier clase social, o en clases sociales o grupos étnicos, puede ser de cuello y corbata o puede parecerse a la imagen estereotipada del hampón desgreñado. Más normalmente, sin embargo, no es su aspecto o su estatus lo decisivo, sino su manera de insertarse en los mundos de la reproducción social…”

Los he visto con mis propios ojos y como explica la definición, no se trata de dinero, no se trata de clase social, se trata de actitud, de actitud baja, bajísima… Porque uno puede pasar por momentos de la vida con más o menos guita, pero ese no es el punto, el punto es la dignidad, palabra desconocida por esta especie. Siempre se puede pedir ayuda, siempre se puede apelar al beneficio del “yo no puedo”, pero no, claro, eso es algo demasiado elevado.
He visto a uno de ellos sentarse en un restaurant, junto a un grupo de compañeros de trabajo, no pedir absolutamente nada más que un vaso de agua de la canilla y luego tomar el limoncito de la milanesa de otro y exprimírselo en su vaso, puaaajjjj!!! Lo juro! Pedir que le conviden algo no, eso no, eso es ser demasiado gente… Mejor esperar a que todos terminen de comer y con el hilo de baba chorreando, juntar todas las sobras y pedir que se las envuelvan en un paquetito para mañana, ayyyy!! Desesperante.
He sabido de otro ejemplar siempre dispuesto a juntar todas las sobras de los otros, incluso a insistir en que le sean donadas como si fuera un derecho legítimo o a pedir cosas insólitas como “¿no te sobra un colchón?” Nooo!!, por supuesto que no!, ¿por qué habría de sobrarme un colchón? ¿A caso es algo que suele sobrarle a la gente?, “¿che, no te sobra un auto?” Ridículo.
Lo que deberían saber, lo que habría que avisarles es que generan el efecto opuesto. Fomentan el egoísmo en el prójimo. Uno, al verlos venir se agarra fuerte de sus cosas, cuidando que no se nos vaya a caer ni una miga de nada, porque ahí estarán ellos en el piso, rápidos para recogerla. ¡Mío, mío, mío y si quiero no te doy!! ¡Ahh, qué difícil es ser una persona de bien, cuando el mundo está lleno de gente dispuesta a sacar lo peor de uno!

viernes, 2 de octubre de 2009

Ley de Medios


Este blog se manifiesta abiertamente a favor de la Ley de Radiodifusión y no hay tu tía!