A matre caesus: cortado de su madre,
a cæso matris utere: de una incisión en el vientre de su madre...
...y mil explicaciones etimológicas más para explicar de dónde viene la palabra "cesárea". Que si Julio César nació por cesárea o no, lo cual parece poco probable, puesto que por aquellos tiempos sólo se practicaban en mujeres ya muertas para salvar al niño y Aurelia vivió varios años luego de nacido Julito; que la Ley Cesárea de la antigua Roma, dictada por él mismo, para autorizar esta intervención en las finadas gestantes, etc. Recién parece que en el siglo XVII se empezó a practicar la cesárea en mujeres vivas, con pocas probabilidades de luego sobrevivir a la misma, pero bue, ese es otro cantar.
Corte.
No como punto y aparte o si. Punto y aparte para la vida de las mujeres que hasta hace más o menos cinco minutos, si tenemos en cuenta el larguísimo devenir histórico, era muy compleja. Punto y aparte, aparte de que ahora podemos darnos el lujo de no morir de cesárea, podemos pensar en programarla para evitar riesgos cuando la cosa viene complicada de antemano.
Punto y aparte para los médicos que abusan de ella por ser más organizada, más prolija, más rentable. No todos, si muchos. Basta preguntarle a las mujeres que han parido durante los últimos diez años, para constatar que la gran mayoría ha tenido a sus hijos por cesárea.
¿Todas las cesáreas que se realizan son realmente necesarias? NO. He sabido de médicos que incluso le preguntan a la paciente "qué querés hacer?". ¿Eh? ¿Cómo que quiero hacer? Se supone que una abre las piernas y expulsa el chico. Ah, ¿no? Parece que no. Parece que lo natural se ha desnaturalizado y que hoy por hoy "una cesárea es lo más normal del mundo". Y como es tan normal, tan común, tan frecuente, damos por sentado, por "naturalizado" el tema y a otra cosa.
Corte.
Demos voces, avisémonos, seamos solidarias. Así como se oyen historias de médicos apresurados y convenidos, se oyen relatos de mujeres que piden cesárea por temor al parto, al dolor. Sin embargo hay un saber hacer de nuestro cuerpo, que hace más allá de todo. Es solo conectarse, ser canal, dejarse ser y la memoria de siglos de mujeres, desde el principio de los tiempos nos guiará. No como algo místico, en lo que creer a ciegas, sino como algo tan concreto como hacer pis o caca. A nadie le tienen que enseñar a defecar. Uno va y lo hace. Mujeres del planeta no temais al dolor del parto, nada os sucederá.
Ahora seamos respetuosas del dolor de la cesárea. No durante la operación en si (si, dije operación, una cesárea es una cirugía mayor) si no después. Que no es gratis ni física, ni emocionalmente que te abran al medio y de esto si que mucho no se habla.
A veces es necesaria la cesárea y no hay tu tía! Creo que en estos casos y solo en estos casos habría que someterse a ella. Antiguamente, cuando el parto se complicaba te morías. Ok, no queremos ser desagradecidas, no nos gusta ser desagradecidas con el avance de la ciencia que nos salva de morir en el intento, o de dañar al niño, o de poner en peligro su nueva vida. No somos caprichosas y entendemos que cuando no va, no va. Esto también ha sucedido siempre, sólo que antes de que se practicaran las cesáreas, no había finales felices.
Tuve una primer hija por parto natural y hace muy poco tiempo, nació mi hijo por cesárea. No hubo chance. No pasaba. Lo intenté con todas mis fuerzas, lo intentamos. Juro que lo empujé hacia abajo y sentí su cabeza, grande, chocar una y otra vez contra mis huesos, sin lograr meterse en mi canal, estrecho. Madre pequeña, niño grande, mala ecuación. Aquello de las proporciones y no cabe una pelota de fútbol en un embudo de cocina. Mención especial para mi médico y partera que supieron esperar y ser pacientes, hasta que después de varias horas se dieron cuenta, nos dimos cuenta que no estaba sucediendo. Mi primer hija había nacido muy rápido. Cuatro pujos y afuera.
Corte.
Se han escrito millares de páginas sobre el complejísimo proceso emocional que se atraviesa luego de tener un hijo. ¿Y el cuerpo? Luego del parto el cuerpo sabe, el cuerpo entiende. Hay un natural encadenado de situaciones que se producen armónicamente para reestructurar, contraerse, alimentar y en el medio de ese no reconocerse, de ese no ser la que se era hasta hace cinco minutos, mucho menos la que se era antes de gestar, por lo menos el cuerpo nos va llevando.
Después de la cesárea hay algo que físicamente ha quedado frustrado en el sentido más literal de la palabra. Al cuerpo le cuesta entender y duele. Duele el corte afuera, la cicatriz, duele el corte adentro, los músculos abdominales, duele el útero herido y suturado. Duele respirar profundo, caminar, reírse, llorar, sentarse, duele. Duele y como duele el aire adentro, el gas del que se llena el cuerpo por más que no hables (porque después de la cesárea no hay que decir ni ay, chito la boca). De aire te llenás igual porque te abrieron al medio y te volvieron a cerrar. Duele y duele varias semanas. Tarda en cerrar la herida adentro.
Corte.
El útero, el caldero alquímico que le llaman los orientales, ese poderoso lugar donde verdaderamente se produce la acogida sexual, donde se cobija luego a la cría, lugar que luego se contrae para expulsar, para culminar lo comenzado en el intercambio de la hembra y el macho, ¿que pasa con el útero cortado y cosido en la cesárea? Porque no es lo mismo. Parir es la culminación de un acto sexual, una cesárea no. Y no digo nada de esto para exagerar, para dramatizar, sino para pensar con claridad las diferencias, para permitirse el fluir de la angustia después de la cesárea sin juzgarse. Porque si tu hijo está bien y vos estás bien blablabla. Por supuesto, claro que si. Ahora dame un segundo para decir "ay" por lo que al cuerpo le quedó trunco. No, después de la cesárea no hay que hablar. Dame un rato para llorar por mi cuerpo lastimado. No, después de la cesárea duele llorar y no hay que hacer ningún esfuerzo, esfuerzo físico. Esfuerzo emocional si hay que hacer, esfuerzo para entender, porque si el parto es un hecho que protagoniza la mujer, la cesárea es algo que te hacen.
Entonces vale y vale aunque haya sido inevitable tomarse un tiempo para salirse de la norma, para preguntarse "¿qué pasó?", "¿qué me pasó?. Vale esa especie de tristeza por las heridas, vale tardar en entender y ¿cómo no? El cuerpo se toma varias semanas para defenderse del corte y repararse, para asimilar el cambio de rumbo. Vale también tomarnos un tiempo nosotras.